jueves, 24 de julio de 2008

CUANDO EN LA FICCIÓN NO HAY CIENCIA



Señores de Marte. Queridos hombrecitos verdes.

No tengo gente a mi alrededor, todos se han ido y me dejaron en mi planeta. La Tierra. Camino todo el día en calles donde no hay nadie. Entro por las puertas de todas las casas. Las carreteras son líneas nada más, no pasan carros, no se ve una sola alma. Las tiendas han sido abandonadas. Los edificios son cadáveres de polvo. Todo está tan solo y es tan basto.
El mundo es enorme desde que se quedó sin gente.
Se fueron por la noche y no me dijeron nada. Construyeron sus naves en secreto. Me ocultaron muy bien su plan de abandonarme.
No tengo nada qué hacer si en esta soledad solamente quedaron las cosas.
Se llevaron todos los animales, algunos árboles, algunos libros, fotos.... Todo lo que alguna vez fue mi vida, viaja ahora por el espacio. Allí van mis padres, mi esposa, mi hijo; la señora que vende el pan, también mis compañeros de trabajo, todos mis vecinos.
Me dejaron sus monstruos. Una huella de combustible. El surco de nubes en el cielo. Invierno en tenazas. Dos langostas gigantes. El bebé Godzilla. Algunas lombrices de respiración brutal. Una máquina con tetas. Una catedral de cohetes.
Las calles se quedan poco a poco sin luces y la lluvia está encharcando en todos lados. Ya no es tarde, ya no puede ser tarde, ya nunca será temprano ni nunca volverá a ser nunca. Se acabaron las promesas. También las contradicciones. Se fugo la depresión con potentes turbinas. Solo queda tiempo inútil para invertirlo inútilmente.
Cada quien sabe que al dejarlo todo siempre se corre el peligro de estar muerto. Sin embargo no pareció importarles. Se lanzaron con arrebato hacia otro mundo, otro sitio que ni siquiera imaginaron. Están por todo el cielo. Ahora saben a ciencia cierta que la ciencia no es cierta. Se estarán riendo de tantas mentiras y de tanta lógica.
No existía la ciencia ficción, solo el miedo al futuro, este futuro solitario.
Cada locura imagina de distinto modo lo que vendrá. A veces son máquinas, a veces plantas, simios, niños, ancianos, antimateria, clones. Nadie se imagina la soledad.
Señores extraterrestres, ¿qué saben ellos? Yo puedo decirles lo que es quedarse en la vida, remota y perdida, de este satélite de la luna.
2000