lunes, 5 de enero de 2009

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“Mi cabeza es un torbellino” piensa B. La marcha eterna entre un lugar solitario y un corazón solitario.

Cinco de la mañana. 15 minutos en la regadera, luego desayunar: un plato de avena y un poco de jugo de manzana. Toma el diario y comienza a leerlo de atrás hacia delante.

Una casa es un pequeño fragmento del hastío. Su hogar no es nada importante, no es un hogar. Sólo un pequeño terreno rodeado de paredes con cuadros secos, llanos y sin emoción.

Los tesoros de B, su casa y la tenebrosa mirada apopléjica de su padre viéndolo desde una fotografía de bodas, un absurdo retrato ovalado dispuesto frente a su cama son lo único que posee.

1 comentario:

MarianoCantoral dijo...

invítote a checar mi post nostalgia sobre la educación primaria...saludos...

lindos poemas!